martes, 27 de mayo de 2008

Pichón de mamut

- A las mujeres no las tenés que escuchar. Ay, ay, ay!!! Me ponés nervioso. No le des bola, escuchá lo que te digo. – Clamaba mientras hablaba por teléfono con su hijo.

- ………

- No te das cuenta que son todas iguales. Si, ya sé, ya sé…vos tenés que hacer como hago yo con tu madre, decile a todo que sí y después vas y hacés lo que querés, porque el que sabe qué es lo más conveniente sos vos y a vos no te conviene ir a vivir allá. – Continuaba aleccionando a su chachorro troglodita.


- ……… - ¿Qué le habrá contestado el cachorrito?

- ¡No tienen nada en la cabeza, no te das cuenta que no tienen nada en la cabeza! – Gritaba exasperado. - No piensan, hijito, no piensan. Vo (sin “s” para que sea más estrecho, más de padre a hijo) no te preocupes, dejá que grite todo lo que quiera que ya se le va a pasar. Cuando vea el auto que va a tener, la casa que va a tener, ya se va a olvidar de que quiere irse a vivir al campo. Lo que pasa es que esta chiquita (refiriéndose a su nuera) es tonta, es más tonta que tu hermana (refiriéndose a su hija menor). Es pueblerina, por eso acá está asustada, pero vos tenés que comprarle algo lindo y vas a ver cómo se calma.

La bestia mediocre y cavernícola que ha pronunciado este discurso tan instructivo ha sido mi jefe actual. Ayer exteriorizaba vehemente estas palabras mientras discutía por teléfono con su hijo treintañero a cuya mujer, oriunda de un pueblo del sur de la provincia de Buenos Aires, se le ha ocurrido la descabellada idea de querer criar a sus futuros niños en ese lugar. No es la primera vez que lo escucho hablar del tema, se pone loco, no se puede controlar y se desvive por aconsejar a su hijo bajo la más estricta doctrina machista.

¿Y por casa cómo andamos?

Claro, la mujer de mi jefe es el típico ejemplar de ama de casa cincuentona, residuo de una clase media alta, que olvidó su apogeo en los años de la plata dulce. Su misión en la vida ha sido criar a los hijos que “le hizo su marido” quienes ya han crecido y, tras su irremediable partida, han dejado una estela de infelicidad crónica. - ¿Y ahora qué? - Se pregunta Martita todas las mañanas.

Pero tampoco crean que ella es de las que se ahogan en un vaso de agua, para exteriorizar tales traumas recurre todas las semanas a una experimentada analista con un amplio currículum de angustias barriales, penas de rulero y sabios consejos sobre si “rubio ceniza o cobrizo intenso”. La peluquera y sus secuaces, léase ayudantes y clientela frecuente, en una tarde de cafecito, masitas secas y brushing, resolverán las inquietudes angustiosas de Martita haciendo puesta en común de sus crudas experiencias acerca de cómo lograr un buen merengue italiano, efectos colaterales de las cremas antiarrugas y el reporte completo de lo acontecido en el vecindario.

Es lastimoso ver a este tipo de mujeres barrer proyectos y echar a la basura miles de oportunidades cada vez que, por error, agarran la escoba. Su problema es sentirse unas mantenidas en una actualidad de mujeres independientes, resueltas e inteligentes. Su gran miedo es no tener “quién las mantenga” en un tiempo que las encuentra flacas de capacidades y excedidas en edad inútil.

Entonces me pregunto: ¿quién es el que está esculpiendo ese monstruo maltratamujeres en esa casa? Evidentemente, ambos.

Aún en estos tiempos, los hombres jóvenes de entre 25 y 45 años, han sido criados en el machismo por sus propias madres y pegaron el estirón en el seno de una familia en la que papá llegaba del trabajo a la noche y mamá le servía puntualmente la cena o ardía Troya. Una relación así se da únicamente si uno lo permite, como todas las relaciones de poder. Uno puede rebelarse, reaccionar (y se los digo yo que tengo este engendro retrógrada como jefe).

Es verdad que muchas veces esto es difícil, sobre todo en el ámbito laboral, porque podemos tener convicciones muy fuertes e ideas muy claras con respecto al sometimiento femenino, pero también tenemos que comer. De todas formas, se puede limpiar un baño, ser mesera en una pizzería y servir el café en la oficina sin rebajarse y sin una actitud conformista y resignada, que sólo sirve para alimentar a los especímenes primitivos que todavía creen que las mujeres hemos nacido para lavar calzones.

¿O jamás han tenido una compañera rastrera (cerebrito de plástico taiwanés) que ha querido opacarlas, adulando al jefe en común con un trato empalagoso y rebajado: “Si, señor Eduardo”, “Lo que usted diga, señor Eduardo”, “Qué linda corbata, señor Eduardo”, “Ya le llevo su café, señor Eduardo”?

Definitivamente podemos servirle el café hasta al más vil de los jefes sin necesidad de chuparle el culo de esa forma. Esa es la diferencia entre tener o no una conducta laboral digna.

Esa empleada es la misma que en la cocina, cuando nos desahogamos criticando a nuestro jefe mientras recalentamos dos empanadas, lo defiende y lo justifica, engrosando con cada frase innecesariamente halagadora el peligroso ego de ese ser aberrante. Y lo peor, lo más peligroso, lo más triste, es que esa misma esclava microcéntrica va a criar varoncitos machistas que menospreciarán a sus mujeres y humillarán a sus empleadas.

Quizás este relato me quedó muy gritado, muy enfurecido, muy cargado de indignación, pero no pude sacudir estos pensamientos de mi cabeza desde ayer. Por eso ahora voy a aprovechar que salió a almorzar, voy a ir a la farmacia y voy a comprar Rapilax en gotas…a ver si de una vez por todas él puede experimentar también terribles espasmos abdominales y, mientras se retuerce y me pide que llame un taxi, yo disfruto viendo como sufre esa rata sin escrúpulos a quién sólo se le puede causar dolor achicharrándole los intestinos.

21 comentarios:

Anónimo dijo...

beunisimo, es un tarado tu jefe, consulta,sos secretaria de un banco?
andrea

Soledad Jácome dijo...

No puedo decir dónde trabajo o cuál es el rubro de la empresa, porque necesito resguardar mínimamente el anonimato a riesgo de sufrir represalias si me descubren. De todas formas, estoy en condiciones de asegurarte que no trabajo en un banco.

Sin embargo, que no te extrañe, Andrea, que en alguna entidad bancaria que frecuentes pueda haber una secretaria padeciendo situaciones similares. Somos miles...

Feminoides dijo...

Caro, que puedo decirte? siempre transmitiendo con esa exactitud que solo es digna de vos. Me acuerdo la primera vez que leí tu blog, y me olvide de decirte, transmitís tanto y nos sumis tanto a los lectores en tu relato que, cuando decis que compartís el baño con tu jefe y el va a hacer sus necesidades, es imposible no sentir el olor a mierda desde nuestras casas frente al monitor.

En cuanto al post de hoy. Lamentablemente aún quedan prototipos como tu jefe que piensan que asi como compró a Martita, puede comprar a cualquier mujer que se encuentre. Con regalos costosos y nefastos bienes materiales. Lo que el boludo de tu jefe no sabe, es que estas minas inteligentes de hoy en día no necesitan de él ni de su plata, y que serán las primeras en regocijarse exprimiendo su dinero mientras se acuestan con aquel hombre de ensueño inteligente, sabio y compañero que tiene las cosas claras y ENTIENDE QUE NOSOTRAS SOMOS MEJORES. Besos Caro!

Soledad Jácome dijo...

Gracias, mi amor, se me hinchó tanto el culo por los elogios que me lastima la tanga.

Uy, venía romántica con vos y derrapé..

Hoy puse en el msn una foto de Anita Eckbert con el gatito blanco (en la escena anterior a la fuente). Todo cierra: Anita, gatito, que sí que no, histeria y un beso bajo el agua.

Besos!!!

Feminoides dijo...

Jajaja que grande, la solución no es evitar que el culo no se hinche Caro! Para eso estamos las mujeres, para que nos idolatren jaja la solución es comprar bombachas mas grandes!
Recomendé tu blog nena.
Besos

Anónimo dijo...

Lo del Rapilax me mató, está buenísimo. Supongo que las gotas irán un día de estos en el café, mareado con el dedo y soplado después del escupitajo (para separar las burbujitas)que le dedicarás a ese energúmeno.
Ah!!! Lo de Martita no creo que sea un problema generacional sino deformacional, si vale el neologismo.

Psicoloca dijo...

Estimadisima secretaria al borde del desborde:
Entiendo perfectamente lo que significa tu bronca, comparto el doio que generan esas bestias trogloditas machistas y cualquier- cosa-menos-hombre.
Me parece una excelente idea de parte tuya el canalizar la ira por este medio.
Me parece excelente también, porque no solo haces reir, sino que ontegras a todos los lectores en tus experiencias.. y eso e smuy lindo.
Lo unico que puedo decirte, es que trates de relajar.. y tomar las cosas con humor y como de quien viene. Ese señor es un pobre tipo, que necesita sentirse mejor con el mismo abusando de los demás! una pregunta.. será petiso por casualidad???
Saludos llevadora de café.. te agregaré a mi lista de biblos para leer.
Gataflora, te lo digo aqui, porque me recomendaste y por que te encuentro: Gracias!

Imaga dijo...

Señorita, sepa uds que me cae muy bien.

Mis respetos.

leticia dijo...

Es lastimoso ver a estas mujeres que pasaron los 50 y se quedaron en el desamparo. Es cierto que muchas de ellas se descansaron en el buen pasar de un marido que les permitía no tener que trabajar, pero también hubo toda una ideología que hizo creer (como una verdad incuestionable) que el rol de las mujeres estaba puertas adentro. Muchas de ellas luego sufrieron síntomas que más de un psicólogo no pudo descifrar. Les diagnosticaban histeria o determinaban que lo que estaban necesitando era un electrodoméstico, cuando lo que ellas sentían era la angustia de darse cuenta que no tenían vida, que sus días estaban destinados al cuidado de los otros. Pero el problema viene después, cuando esa mujer se separa del marido y se ve flaca de oportunidades por más capacidades que tenga.
Es cierto que todos podemos rebelarnos y reaccionar, pero para eso se requiere, al menos, un mínimo nivel de educación, lo que no siempre ocurre, y así es que vemos mujeres de clases bajas, sometidas por sus maridos porque se creyeron eso de que ellas sólo sirven para limpiar y cocinar.
Permitámonos las incoherencias. Hasta la más férrea militante de izquierda puede darse el lujo de dejarse tentar por el consumo, y querer cambiar su color de pelo o comprarse el pantalón de moda. Pobre Martita, debe precisar largas horas de terapia peluqueril para soportar al adefesio que tiene como marido.
Y sí, víboras hay en todos lados, pero en las oficinas abundan. Hay que tener mucho cuidado porque les encanta envenenarnos.

Soledad Jácome dijo...

Exhaustivo y preciso su análisis del texto, querida Tiya. Me sumo a sus apreciaciones.

Muchas veces en el frenesí del relato se nos escapa la reflexión.

Gracias y besos:::

Anónimo dijo...

Noooooooooooooooo!!!!!!!!!
No te puedo creer que ese tipo le diga esas cosas al hijo. Es terrible!!!

Aparte yo tengo una compañera de trabajo así, re chupamedias. Es insoportable!!!

Anónimo dijo...

Estimada Carolina,

Sus relatos son fascinantes. Una que queda sin palabras pero, a la vez, llegan otras mil palabras para decir.
Evidentemente la reproducción de las relaciones de poder entre varones y mujeres no es exclusiva del género masculino. Muestra concreta de eso es Cristina Fernández que con el gesto de llamarse Presidenta y de decir que por ser mujer no le va tan bien, nos quiere arreglar olvidando (¿olvidando?) las necesidades de reales de las mujeres.
Nuestras madres y abuelas han sido las reproductoras de esta ideología, por eso nuestros padres son como son aunque sean progresistas. Ahora está en nosotras romper con esa ideología, cambiar nuestras cabecitas y no reproducir lo viejo en los hijos e hijas que tengamos (si decidimos tener, claro).

Me permito disentir una vez más con Tiya. Ella escribió: "Es cierto que todos podemos rebelarnos y reaccionar, pero para eso se requiere, al menos, un mínimo nivel de educación, lo que no siempre ocurre, y así es que vemos mujeres de clases bajas, sometidas por sus maridos porque se creyeron eso de que ellas sólo sirven para limpiar y cocinar."
Hay miles de mujeres formadas, con estudios secundarios, terciarios y hasta universitarios que dejan una vida independiente (que podrían conjugar con la formación de una familia) para convertirse en amas de casa o en jefas del personal doméstico; mujeres que esperan no tener que verse nunca separadas de quienes las sostienen; mujeres que reproducen estas relaciones de poder en sus casas.

Estos conflictos atraviesan todas las clases. Hay mujeres que se rompieron los moldes sin haber tenido educación y quienes se mantuvieron siempre dentro de ellos a pesar de ostentar títulos inservibles.

No será una novedad decirlo pero "La mujer rota" de Simone de Beauvoir es muestra de eso.

Mis respetos.

Soledad Jácome dijo...

Linis,

Ansiosa quise ver el nuevo comentario y me encuentro nada menos que con el honor de que sea suyo. Se valora mucho su participación, siempre crítica, sagaz y reflexiva.

Yo también espero que seamos nosotras las que rompamos con esa ideología a la hora de criar a nuestros hijos e hijas (en caso de que nos atrevamos a tenerlos).

Por lo demás, no creo que el comentario de Tiya haya sido excluyente en cuanto a que mujeres sin educación formal no sean capaces de rebelarse, pero es muy cierto que este conflicto atraviesa todas las clases. Por eso, a modo informativo,
le confirmo que Martita es escribana. Al pedo, pero es escribana.

Para finalizar, gracias por invitar a “La mujer rota” a este humilde espacio de opinión. Se lo recomendaría a Martita, pero no sé si podré convencerla de que largue la revista Caras.

Camila G. dijo...

Dios! me encanto tu blog, es tan real, tan que pasa todos los días te encontre por ciegaacitas asi que bueno te leere mas seguido, espero que te puedas pasar tu tambien por mi blog, un beso

Chika migraña dijo...

Menos mal que mi jefe es jefa y es un sol...
Acaso tu jefe sabrá que esa táctica la venimos usando hace años nosotras y que incluso se la haces a él?

Nooo, demasiado complejo para su gordo cerebro.

leticia dijo...

Linis bienvenido el disenso, pero estaría mejor que leas completo lo que puse, así "disentimos correctamente”, ¿leíste la primer parte de mi comentario?".
Los conflictos de género atraviesan a todas las clases, qué duda cabe.
Nunca me atrevería a generalizar sobre una situación, así que mis ejemplos no son más que eso, cada caso es diferente, y las mujeres pueden vivir distintas formas de discriminación de género sea de la clase que sea.
Por suerte pertenecemos a una generación a la que las prácticas machistas nos hacen bastante ruido, gracias a las conquistas de otras mujeres que lucharon por cambiar sus condiciones de desigualdad. Todavía (nos) falta obtener más derechos obviamente, y todavía hay mujeres jóvenes que reproducen esta ideología. Por eso, estaría bueno no esperar a tener hijos para no reproducir “lo viejo” sino que podemos hacerlo en el mismo lugar de trabajo, o en donde creamos necesario.

ALMITA dijo...

hace unos años que también trabajo como secretaria, y mi jefe anterior era igual al tuyo. tan mal me ponía escucharlo y saber que tenía esa forma de pensar tan troglodita, que pedí que me cambiaran... hoy estoy en otra empresa, con gente excelente, y que gracias a Dios opinan totalmente de otra manera. Cambia el humor trabajar asi...

ALMITA dijo...

quiero un nuevo post! ya pasó una semana del último!!!!!!!!!!!!!!!!
un beso!

Anónimo dijo...

Donde andas Caro? nos dijiste que si desaparecias que nos preocupemos :o

Opinologa autorizada dijo...

Mi suegra eduaca asi a mi novio... ella llega de laburar todo el dia y pone la mesa, cocina, levanta la mesa, lava los platos y mil cosas mas, el labura en la casa y se rasca las bolas mientras ella hace todo y yo me enculo con el para que se pare y ayudemos ambos a su madre en los quehaceres.

Jefe boludos hay muchos, compañeras de laburo idiotas tambien. No lo mates, no te conviene jajaj.

Anónimo dijo...
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