jueves, 24 de julio de 2008

Vocación docente | Lección Nº1

Instrucción Cívica: El voto es secreto

Somos como un matrimonio arreglado. Ninguno de los dos eligió al otro, pero estamos condenados a una convivencia forzosa, por lo menos hasta que se sancione la ley de divorcio. Claro que esto recién va a suceder en 1987 y nosotros nos casamos en 1930.

Imagino a esas mujeres jóvenes, condenadas a dormir con un italiano malhumorado o con un gallego tozudo, al que con suerte conocieron a través de alguna borrosa imagen sepia. Las puedo ver desorientadas e inciertas al pie del barco que importó su desgracia a través del océano, recibiendo con resignación a ese señor mayor con el que se van a casar unas horas más tarde.

Me duele el espejo de esas fotos viejas, al reconocerme obedeciendo a un machista reaccionario 50 años después de la revolución sexual.

Con este desagradable ejemplar de bestia fabulera prehistórica no tenemos absolutamente nada en común. Desde los gustos más simples hasta los valores más importantes. No coincidimos en nada.

El problema, en este caso, soy yo. Así como existen los antihéroes que no han nacido para volar, pero que no se resignan y siguen tirándose desde la terraza a ver si lo logran, están las antisecretarias. Yo soy una de ellas: mujeres que desde siempre han odiado el secretariado, la asistencia, que les dicten, que las presionen, que las controlen. Pero, alguna vez, hace varios años, han aceptado sentarse detrás del peligroso escritorio de una Pyme pensando: “es por un tiempito, hasta que me reciba” y se quedaron ahí, enredadas en su neurosis irreversible.

Las antisecretarias tampoco se rinden y van todos los días, puntuales y prolijas, a sus trabajos grises, convencidas de que luchan por una causa justa. Pretenden aleccionar a los jefes opresores, creen que la ideología se contagia, tienen delirios de revolución urbana. La verdad es que se hacen las víctimas y se quejan todo el tiempo de su condición intolerable porque tienen miedo. Sí, les da miedo tener que enfrentar las miradas masculinas de quiénes les toman las entrevistas, más concentrados en sus escotes que en sus currículums. Están cansadas de contestar preguntas como: “¿soltera o casada?” “¿con quién vive?”, “¿piensa tener hijos?”, “¿sus menstruaciones son dolorosas?”. No soportan tener que hacer el triple de esfuerzo que un hombre para lograr el mismo puesto pero ganar 1/3 de sueldo, tratando de demostrar que son tan competentes como ellos. ¿Por qué no les exigen a ellos probar que son tan eficientes como las empleadas mujeres? ¿Por qué no los hacen servir café? ¿Por qué nunca es al revés? Entonces, como han trabajado tanto tiempo para jefes tiranos, como los conocen de pies a cabeza, como los odian con toda su furia, se reciclan jornada tras jornada interpretando su malvado papel.

Así soy yo. Y no pretendo con esto una justificación, sino contextualizar, reflexionar. Dicen que el primer paso para poder curarse es reconocer el problema. ¿Será cierto? Me gustaría poder decir algún día: “Hola, soy Carolina y hace 10 meses, 8 días y 3 horas que no sirvo café”. Y después escuchar los aplausos en ronda de otras secretarias en recuperación.

Entretanto, sigo lavando tacitas, cosiendo botones, sirviendo el café y escuchando barbaridades.

La semana pasada el vicepresidente me jugó una muy mala pasada. Bueno, reconozco que no soy la única que se vio seriamente afectada pero, al amanecer con la noticia de su voto en contra, debo confesar que las perspectivas de pasar el día con mi jefe gritando a cada rato “¡Aguante el Cleto!” me dolieron más que la traición.

Tras dos años de esta unión por conveniencia (a mí me conviene que me pague y a él le conviene mi aptitud y mi experiencia) pude comprobar infinidad de veces que él no piensa. Él copia y pega, como los alumnos mediocres que presentan monografías de 100 páginas haciendo un colage de párrafos robados de Internet y, encima, están convencidos de que investigan. Así hace él pero con La Nación, con El Cronista y con las apariciones televisivas de Lilita. Lo más triste es que, tal como a esos estudiantes a los que les quedan las oraciones incoherentemente vinculadas una tras otra, a él le quedan los enunciados torcidos y llenos de plasticota en los bordes. No hay frase que coincida o se entrelace con la anterior siguiendo lógica alguna.

Su razonamiento es el siguiente: “Mi apellido es Alonso. Ascendencia española. Hijo de la Madre Patria. Familia religiosa y conservadora. Apoyo absoluto al Bando Nacional, aunque sin ensuciarse la ropa. Educado bajo inflexibles valores antiperonistas (de la primera hora). Conclusión: ¡Yo ser gorila!, aunque no saber bien por qué.”

Y por eso, la Bestia Mediocre, reflexiona de la siguiente manera:

Bestia Mediocre: - ¡Qué paisito, qué paisito! ¿Qué me contás, eh? Yo no sé a dónde vamos a ir a parar. Esto no es joda, la cosa está muy mal. Porque estos tipos están locos, no saben lo que hacen. ¡Por favor! Ponerse al campo en contra, ¿quiénes se creen que son? Estos no saben con quién se meten. Lo que pasa es que ella no hace nada. A ella la levantan a las 11 de la mañana, la peinan, la visten, la empastillan y la mandan a inaugurar algo. Pero ella no hace nada. Esto no lo estoy inventando yo, me lo dijo alguien que está metido ahí adentro. Yo veo todos los días cuando llega el helicóptero a Casa de Gobierno. ¿Sabés las ganas que tengo de apuntarle y tirarlo abajo? ¡Listo! Solucionaría todos los problemas del país… ¿Y qué querés? Si es mujer. A la señora lo único que le interesa es que le combinen los zapatos. ¿Sabés que tiene una colección de zapatos, no? ¿Te conté?

No, por favor. ¡Otra vez con eso de los 200 zapatos, no!

Así son sus conversaciones. Escucharlo opinar da vergüenza ajena. Pero, lo peor, es cuando no tiene con quién hablar. Cuando ningún amigote está disponible para ir a almorzar. Entonces me llama y me dice: “Vení, hijita, sentate”. Así pasó, por ejemplo, una tarde de octubre del año pasado…

Bestia Mediocre: - ¿Y vos a quién vas a votar? – Me preguntó con la ansiedad de un nene en la mañana de Reyes, pero filtrando un brillo provocador y camorrero por los ojos.

Yo: - Mire, yo ya le dije que prefiero no hablar con usted de estas cosas. Me parece que no corresponde que me pregunte. – Contesté categórica, aún sabiendo que por más tajante que fuera mi respuesta no lo intimidaría en lo más mínimo y seguiría insistiendo insoportablemente, como hacía siempre.

Lo que pasa es que el problema de las antisecretarias es ideológico. Cuando uno piensa de cierta manera no hace falta que lo ande diciendo todo el día, se nota al caminar, al servir el café, en la actitud. Y esto no es algo impostado, no hay que hacer ningún esfuerzo. Cada persona en sus gestos para con los otros, en sus comentarios al conversar, en sus suspiros al enterarse de alguna noticia, en sus sonrisas al enterarse alguna otra, en su manera de discutir aún sobre los temas más frívolos, destila su forma de vivir, de pensar, sus valores.

El perfil de las secretarias de las empresas de capital extranjero suele ser el de una chica bien que estudia en la de San Andrés. Y que se entienda, estoy hablando del perfil. Quizás estudian Psicología Social en Aldo Bonzi, pero el perfil es UCA. Es decir, familia tradicional y adinerada. Sus padres, médicos o abogados, se jactan de haberlas educado en el libre pensamiento, dejándoles siempre bien claro que para tener la extensión de la gold hay que pensar como ellos. Sus madres creen que hay temas de hombres en los que las mujeres no deben meterse, que hay que hacer la vista gorda si tu marido tiene un desliz y que Evita era una puta. Sus abuelas van a misa a Nuestra Señora del Socorro envueltas en sus tapados de piel y purgan los scones de sus meriendas con pequeñas obras de caridad. Las siluetas de estas chicas serviciales y automáticas es así, aún las de aquellas que han dormido su infancia en la cama marinera de una piecita en el corazón de la Paternal. Pero ellas son las peores, las más estereotipadas, porque estudian los movimientos y se esfuerzan por lograr el tono, el permanente, el “a mí la política no me interesa”, de las auténticas.

Pero a este pobre infeliz justo le viene a tocar una a la que no la seducen ni los faroles turquesas ni los bolsillos verdes de Macri. Una a la que no se va a encontrar ninguna tarde de
sábado en un partido de polo como le pasa con Teresita, la secretaria de su socio. Una que jamás le va a decir “ayer cené con papá en la Recova de Posadas”.

Por eso, el lunes 29 de octubre del año pasado, insistió con su propia boca de urna.

Bestia Mediocre: - ¿Y? ¿No me vas a decir a quién votaste?


Yo: - No, ya le dije que no. Le agradecería que no me siga preguntando.

BM: - ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?

Y: - No tiene nada de malo, pero no quiero discutir con usted de política. Tenemos formas de pensar muy distintas y, ya que trabajamos bajo el mismo techo durante tantas horas, prefiero evitar este tipo de discusiones para resguardar el ámbito laboral. - Ni yo me creía que hubiera algo que resguardar, pero bueno…

BM: - Ya sé…vos no lo querés decir porque votaste a Cristina. ¿Votaste a Cristina?

Y: - No.

BM: - ¿A Lavagna?

Y: - No.

BM: - ¿A Saá? No, vos no votaste a Saá.

Y: - …

BM: - ¿A López Murphy? Naaaa.....

Y: - … - Lo miraba furiosa jugar a las adivinanzas, conteniendo mi respuesta.

BM: ¿A quién votaste? No puede ser, ya no falta casi nadie. Tiene que ser uno de esos.

Harta, fastidiosa y con una impaciencia urgente por cruzarme de vereda antes de que corte el semáforo, le dije:

Y: - Voté a Pino Solanas.

Me miró desconcertado y perplejo. Creo que no le debe haber resultado políticamente correcto que la secretaria de una petrolera canadiense haya confesado haber votado a un candidato que reclamaba en sus afiches la nacionalización del petróleo.


24 comentarios:

El gato vagabundo dijo...

Ahora decime... ¿no te hace sentir grandiosa cuando con tres palabras lo dejas callado?.

Encima, por lo que entiendo, ¿el apoyaba al campo en esta lucha de poderes?¿tan pelotudo es de tomar posicion asi?

Siempre es igual aca, si no estas conmigo, estas con el enemigo. No podemos entender que tal vez haya una posicion en las tribunas para ver como se matan los otros, o mejor, tal vez haya una posicion en una biblioteca, bien lejana al conflicto. Una posicion para quienes, la corrupcion y la miseria humana, no nos atrae en lo mas minimo.

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

Conversaciones inevitables como ésta, se dan también con empleados de privatizadas que se tienen que hacer los boludos frente a los jefes extranjeros que los "prueban" cada vez que les es posible.
Necios. Excelente post.

Timide dijo...

Yo también lo voté a Solanas.
¿Cómo hacés para ser todos los días secretaria siendo una antisecretaria?
Yo soy la antivendedora, que tiene que serlo porque no encuentra otro trabajo que le deje tiempo para estudiar... ni encuentra otro trabajo. Jamás podría ser ni recepcionista ni secretaria. Es que si quisiera serlo tampoco pasaría de la primera entrevista.
Pero si uno no está conforme con el trabajo los demás lo notan. Creo que se combinan dos cosas: tenés una capacidad de tolerancia muy fuerte y tu jefe es un sádico que sabe muy bien que odiás ese puesto.

Anónimo dijo...

:) Penso que no ibas a animarte a confesarle a quien votabas.

Anónimo dijo...

:) SE penso que no te ibas a animar a contestar.

Feminoides dijo...

Jajajajja que pesados!!!! Por favor! No le hubieras dicho nada!

LEy del divorcio vincular es de 1989 ;)

Besitos CAro!

leticia dijo...

Aunque no conozco personalmente a la "Bestian Mediocre", adivino que no te respondío "desorientado y perplejo a razón de la propuesta política de Pino con respecto a las petroleras, sino por su desconocimiento de este candidato. "Pino Solanas...Quién será? El único Pino que conozco es el peluquero al que va mi jermu."

Anónimo dijo...

Hace mucho que no dejo algún comentario por acá.

Muy bueno el post y muy angustiante ese paralelo de las mujeres que se veían obligadas a estar toda la vida con un tipo al que ni conocían. Es un buen ejemplo para poner sobre esas situaciones de las que no se puede salir y te atrapan. De afuera todo parece más fácil.

Corrección de corrección. Perdón, pero quería confirmar que la ley de Divorcio Vincular en Argentina (Ley 23.515) tiene la siguiente fecha:

Sancionada: Junio 3 de 1987
Promulgada: Junio 8 de 1987

La fecha exacta la saqué de internet, pero yo me acordaba porque mis papás se separaron cuando yo era muy chica y me acuerdo cuando salió la ley porque mi papá estaba esperando para volver a casarse (que igual no lo hizo). Me acuerdo porque ese año, en medio de todo ese quilombo familiar, yo cumplía lo 15.

Nati Alabel dijo...

Yo fui una antioficinista también.
Pero lo logré. Estoy en otra y soy feliz. Este fue uno de tus posts que más me gustaron.
(También voté a Solanas, je)

Me* dijo...

yo le hubiera metido un bandejazo en la cabeza, por pesado, machista y pelotudo!

Anónimo dijo...

Me encanto tu post.
Yo también fui secretaria en cierta época de mi vida. Me tocó servir cafés y tambien realizar informes y estudios y redactarlos para que después se colgara la medalla un inepto de jefe que por no tener, no tenía ni buena ortografía. He de decir que fue ascendido y yo ocupé su lugar acto seguido. Jamás llegue a tener un sueldo como el sullo, que huelga decir que se lo hacía ganar yo, ni el reconocimiento. Aun así cuando precisaba hacer algún tipo de informe que le superaba, seguía acudiendo a mi y yo que soy boluda seguía haciendole los números.
Si es que los habemos que somos gilipollas de por vida, por mucho que pataleemos.
Escúpe en su café es algo que aunque no soluciona nada, da cierta VIDILLA JEJE
Cristina

Libelula de Acero dijo...

Lo mas lindo del ahora es que no lo vas a extrañar ni en pedo!

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

Caro:
Extraño tus post. Espero que estés bien.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Caro, me mato esta parte :
"Dicen que el primer paso para poder curarse es reconocer el problema. ¿Será cierto? Me gustaría poder decir algún día: “Hola, soy Carolina y hace 10 meses, 8 días y 3 horas que no sirvo café”. Y después escuchar los aplausos en ronda de otras secretarias en recuperación."

como si fuera una ronda de alcoholicos anonimos... te felicito me encanto el texto

Anónimo dijo...

Me gusto mucho lo que has escrito. Más que nada, porque intentas hacer ver la sobre estimación a la figura masculina y la muy obvia subestimación a lo femenino.

¿Por que el trabajo debe de condicionar la ideología? ¿Y sobre todo porque insistir en querer saber la de una persona, si en el trato diario es mas que obvio? Creo que tu jefe penso, que tu ni siquiera sabias que es la politica.

Renuncia y dale un puñetazo, o mejor un discurso de su falta de preparación, pero no creo que lo entienda.

Sil dijo...

Secre, se te extraña.

Psicoloca dijo...

En que andas Caro?

Anónimo dijo...

CAROLINEEEEE! QUERIDA. TE COMENTO, CERRE EL BLOG Y AHORA NO PUEDO REABRIRLO CON LA MISMA DIR. POR EL MOMENTO ES FEMINOIDE.BLOGSPOT.COM Y ES UN BLOG QUE COMPARTIRÉ CON LA PSICOLOCA. SE VIENE ALGO COPADO QUE PENSAMOS ENTRE LAS DOS. AHI ESTAREMOS A PARTIR DE LA SEMANA QUE VIENE! VOS BIEN?

Timide dijo...

Secretaria volvé!!!

Unknown dijo...

CAROLINE! COMPARTO BLOG CON LA PSICOLOCA. TE PASO LA DIR POR SI QUERES ENTRAR! ALTO CONTENIDO NINFOMANO JAJAJAJAJAJAJA BESOS NENA!

http://muyninfomanas.blogspot.com/

Graciela Fernández dijo...

¡Genial, genial tu blog! ¿qué pasó que no escribiste más? Te acabo de descubrir y te dejo un comentario acá para no dejarte uno en cada entrada. No aflojes, con tantas porquerías que hay en internet es un placer leer algo tan bueno, tan bien escrito. Y si cambiaste de trabajo seguí igual, contá experiencias pasadas, o contá tu vida actual, pero este blog tiene que continuar.
Casi todas, alguna vez, fuimos secretarias, y sabemos de qué se trata. Y pensar que hay minas que se dan dique con ese puesto, ¡por Dios!, si aunque te paguen un buen sueldo, en el fondo tu servilismo no cambia y la ordinariez de ellos tampoco.
Cariños desde Córdoba. Graciela.

Anónimo dijo...

Carolina...

Todos los días entro a tu blog para llevarme la misma desilusión... VOLVE!!!

Se te extraña!

Beso. Laura.

Unknown dijo...

Donde estas!?

Anónimo dijo...
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