viernes, 25 de abril de 2008

Consejos útiles para servir un rico desayuno

Cuando llego a la oficina y él ya está sé que ese día va a ser peor que cualquier otro. Me escucha abrir la puerta y desde su escritorio, lo primero que me grita es: “¡Carolina, todavía no desayuné!”. Ni me saluda, ni hola, ni buen día, ni nada. No saluda. Esto no es algo figurativo, una forma de decir…no me saluda. Después, y si brilla mucho el sol en el cielo, quizás cuando entro en su oficina para depositar el diario sobre el escritorio se digna a emitir algún tipo de salutación al descuido.

Me indigna, me exaspera, me enferma cuando él llega a la oficina antes que yo.

Yo llego siempre a eso de las 8.40 / 8.50 hs, y por lo menos necesito media hora para lavarme las manos, ir a hacer pis, prepararme un té con leche, peinarme un poco y, lo que más tiempo me lleva, acomodarme la ropa retorcida y arrugada que queda como recién sacada del centrifugador (pero sucia) cuando salgo del subte. Nada de todo eso puedo hacer. Nada. Se entiende por lo tanto, como acabo de decir, que no me lavo las manos.

Y así, con las manos sucias, con esas manitas que dios me dio, que han saludado a primera hora al perrito de la estación regalándole una caricia sobre su mugrienta y pulgosa cabecita, que se han deslizado por los grasosos caños del tren Sarmiento, que se han apoyado sobre la espalda húmeda de un pasajero gordo y sudado, tratando de alejarlo para evitar un aplastamiento irremediable…con esas manos que toquetearon monedas y billetes, que empujaron el bastón del molinete dónde otros apoyan sus partes impúdicas, que descansaron unos instantes sobre la cinta de la escalera mecánica para recobrar fuerzas y seguir camino…con esas mismas manecitas locas, le preparo el desayuno.

Al principio al “¡Carolina, todavía no desayuné!” le seguía un “Traeme un café con leche grande, con más café que leche, un vasito de agua y dos o tres galletitas”. Siempre dice “dos o tres galletitas”, no se porqué, si total le llevo seis o siete e igual se las come. Ahora ya nos ahorramos toda esa cantinela porque me sé de memoria lo que tengo que hacer. Así que así como entro, sin pasar siquiera por el baño y casi, casi hasta con la cartera al hombro pongo a hacer el café.

En una bandeja dispongo la taza, un platito, un vaso con agua fría y unas servilletas; porque si me olvido de las servilletas soné, ya sé que me voy a tener que bancar otro grito más: “¡Carolina, las servilletas!”. Después, con mis manos mágicas, abro el frasco y tanteo hasta sacar más o menos cuatro galletitas (Melitas o Manón) que pongo sobre el platito. Cuando el café está listo sirvo ¾ de taza y completo con leche (tratando de que sea leche vieja, en la medida de lo posible).

Pero, ¿cómo saber si el café con leche está en su punto justo? ¿Cómo darse cuenta si está lo suficientemente caliente o si todavía está frío? Bueno, para resolver esta simple cuestión utilizo un método muy sencillo: introduzco uno de mis dedos índices profundamente dentro de la taza y revuelvo un poquito. Esto es absolutamente necesario porque las manos suelen ser engañosas a la hora de controlar la temperatura, es por eso que las madres besan las frentes de sus hijos para comprobar si tienen fiebre o introducen el codo en la bañera para verificar si el agua está tibia. Así que, para no tener dudas, dejo que el dedo de un par de vueltitas en el líquido hasta sensibilizarse y, sí siento que empieza a latir y me arde, ahí me doy cuenta que el café con leche está caliente, pero si después de algunos instantes no reacciona sé que tengo que darle un golpe de microondas.

No es para nada difícil, es un método rápido y me permite servirle el café en la temperatura adecuada y así, por lo menos, evitar un tercer grito consecutivo: “¡Carolinaaaaaaa, el café con leche está frío!”.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué lindo escribis! Qué bueno es poder poner la vida en palabras.

Anónimo dijo...

Es asi !!! A mi pasa todas las mañanas ! Es indignante !! Como si una se hubiera estado preparando toda la vida para hacer un mísero cafe !!
Y si tanto saben cómo les gusta ... que se lo hagan ellos !!!!

Anónimo dijo...

Es increíble que con palabras tan sencillas puedas describir la complejidad de las relaciones laborales para aquellos que diariamente estamos supeditados al antojo y las ridículas necesidades de aquellos que "tienen la satén por el mango y el mango también"

rivito dijo...

Y si después de sumergir el dedo seguís dubitativa podés beber un sorbito de la infusión, comprobar la temperatura y escupirlo inmediatamente (dentro o fuera de la taza, a tu piaccere!).
Las evidencias se borran secando el borde de la taza, manchada con labial y café, con el mismo dedo revolvedor, que en mi caso son dedos llenos de pintura y aguarrás.

Soledad Jácome dijo...

¡Qué agradable recibir un comentario de su parte, Nina! Se agradecen enormemente los consejos, que serán puestos en práctica ante la primera oportunidad.
Lo de sorber un poquito de infusión preferiría hacerlo antes de meter el dedo, me parece que sería lo más conveniente, luego haría un pequeño buche y, para no desperdiciar, después de eso la zarandeada infusión volvería a la taza (tengamos en cuenta que el kilo de café Bonafide está $57.60 + propina).
No uso lápiz labial pero, como para emprolijar, creo que bien podría pasar el dedo por el borde según su consejo.
Se aceptan todo tipo de recomendaciones, no es fácil idear a diario diversas acciones subversivas en la oficina. Cuento con su colaboración…

Anónimo dijo...

VAMOS CARO!! Seguí con las crónicas!!!!

Julie dijo...

lo q me haz hecho reir!!
Por suerte no me han tocado jefes como el tuyo... pq yo si q hubiese durado 1 semana!!

Anónimo dijo...

Sos una grosa!!!
En mi casa me miraron raro cuando conté que probaba la temperatura del café metiendo el dedo.
Me quedo más tranquila sabiendo que no soy la única que lo hace (igual eso era en mi primer trabajo, grrrrr, cuando tenía que llevar café a las reuniones de 12 gerentes).

Sabrina dijo...

agggh me dio asco el cafe con dedo ..pero que buen metodo!

Dago dC... dijo...

Ja... me encanto... no se porque te imagine metiendo el codo en la taza de cafe con leche! jajaja muy bueno el blog!

Chika migraña dijo...

Ay dios... no te da cargo de conciencia?
Pero es que el hombre también lo tiene tan merecido que no da ni para tenerle piedad.

Que te parece, para tener la leche a punto como quieres para él, si te llevas un empaque de la empresa a tu casa y lo dejas ahi hasta que se venza y recién ahi lo regresas a la oficna de modo que mientras que le sirves ese compras un segundo que empezará a, como decirlo, añejarse [como el buen vino] para tu querido boss

rene hernandez dijo...

hola carolina, sabes que a las personas que le gritan es por la sencilla razon que son ineficientes, y a las que no les gritan el cafeee, es seguramente que ya lo tienen listo antes que se les pida.
por otro lado solo eres una secretaria y seguramente tu intelecto es minimo, que te crees victima.
vengarte de esa forma tan asquerosa, contaminando a los alimentos, debe ser un tipo de delito atentar contra la salud de forma premeditada.

carolina deberias dejar ese empleo si no te gusta, jejeje no lo haras, sabes que no encontraras algo mejor, si no sirves ni para servir un cafe.
que dirias si a tus hijos le escupieran los alimentos antes que de servirselos...